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Praga: Guía completa para descubrir la joya de Bohemia

Praga no se visita, se vive. Con sus calles empedradas, castillos góticos, aromas de cerveza artesanal y una historia que se filtra por cada rincón, la capital checa es uno de esos destinos que parecen salidos de un cuento medieval. En esta guía te cuento cómo aprovechar al máximo tu visita a Praga, desde los imperdibles hasta los detalles que hacen la diferencia.


¿Cómo llegar y moverse?


El Aeropuerto Václav Havel está bien conectado con el centro. Podés tomar un bus y combinar con el metro o usar taxi/transfer. Una vez en la ciudad, moverse es fácil: el sistema de transporte es puntual, seguro y económico. Podés comprar boletos individuales o abonos por 24 o 72 horas.


Día 1: Ciudad Vieja y el Puente de Carlos

Empezá tu recorrido en la Plaza de la Ciudad Vieja. Vas a encontrar el reloj astronómico, que marca cada hora con una animación que siempre reúne curiosos.



La Iglesia de Nuestra Señora de Týn, con sus torres góticas, es otro símbolo inconfundible. 




Caminá por la calle Karlova, llena de tiendas y artistas, hasta llegar al imponente Puente de Carlos. Cruzalo despacio, entre estatuas barrocas y vistas del Moldava. Lo ideal: estar ahí al amanecer o al atardecer. 

 




Terminá el día con una cena checa en Lokál Dlouhááá, donde sirven platos tradicionales en un ambiente distendido.




Día 2: Castillo de Praga y Malá Strana

El segundo día lo podés dedicar a la parte alta de la ciudad. Subí al Castillo de Praga, donde se encuentra la Catedral de San Vito, la Basílica de San Jorge y el encantador Callejón del Oro. Todo está dentro del mismo complejo, y podés pasar allí varias horas. 



Muy cerca se encuentra Loreto, uno de los grandes tesoros espirituales de Praga. Es un santuario barroco fundado en 1626, réplica de la Casa Santa de Loreto en Italia. Su fachada con campanas musicales, su claustro y la Capilla del Tesoro —donde se guarda el “Sol de Praga”, un relicario de diamantes— lo convierten en una joya poco conocida pero profundamente impactante.



Bajando, te espera Malá Strana, el barrio más pintoresco. No te pierdas el Muro de John Lennon, una explosión de arte y mensaje. Si te queda energía, subí en funicular al Monte Petřín, donde hay una torre mirador y jardines tranquilos.


Día 3: Plaza Wenceslas, Kafka en el centro moderno y arte alternativo

Este día está dedicado al Nuevo Centro. Comenzá por la emblemática Plaza Wenceslas, que con su forma de bulevar y su intensa vida urbana ha sido escenario de algunos de los momentos más importantes de la historia checa. Allí vas a ver el Museo Nacional y la estatua ecuestre de San Wenceslao.



A pocos pasos, podés visitar el edificio donde trabajaba Franz Kafka: la Oficina de Seguros de Accidentes de Trabajo del Reino de Bohemia, en la calle Na Poříčí. Kafka fue empleado allí por más de una década, y muchas de sus experiencias como burócrata influyeron en su obra. El edificio no es un museo, pero sí una parada simbólica para los fanáticos de su literatura.


Después, seguí el recorrido por:

  • El Pasaje Lucerna, con cafés, tiendas de diseño y la escultura del caballo invertido de David Černý.

  • La Casa Danzante, ícono arquitectónico junto al Moldava.

  • Las calles comerciales Na Příkopě y Vodičkova, perfectas para compras o simplemente observar la vida cotidiana checa.


Para cerrar el día con broche de oro, subite a un crucero por el río Moldava. Algunos incluyen cena y música en vivo.


Qué comer y beber en Praga

Praga no es solo cerveza (aunque sí, es excelente). Probá:

  • Goulash: estofado con panecillos.

  • Svíčková: carne con salsa de crema y arándanos.

  • Trdelník: dulce enrollado, turístico pero delicioso.

  • Cerveza Pilsner, Kozel o Budvar: de barril, siempre mejor.




Conclusión

Praga combina historia, belleza y modernidad en una escala perfecta. Es una ciudad que se adapta al viajero curioso, al romántico, al gastronómico y al amante del arte. No importa cuántos días te quedes: siempre vas a querer volver

 

 
 
 

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