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Un Argentino en Roma: Aventuras y Desventuras en la Ciudad Eterna

Actualizado: 4 jul 2024

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¡Salve, che! Hoy les cuento mi experiencia como argentino en Roma, la ciudad donde cada esquina tiene una historia y cada piedra ha visto siglos de historia. Pero no todo es glamour y ruinas impresionantes; la vida cotidiana en Roma puede ser tan graciosa como un sketch de Capusotto. Prepárense para un recorrido que va desde la pasta al dentífrico, pasando por el tráfico infernal y los encantos del idioma italiano.


La Aventura del Café: Un Espresso no es un Café con Leche


La primera lección que aprendí en Roma es que pedir un "café" es todo un arte. Entro en un bar (porque acá los bares son para el café, no para el fernet) y pido un "café, por favor". El camarero me mira como si le hubiera pedido que me hiciera un asado en plena barra. Después de unos segundos incómodos, me sirve un espresso, ese pequeño shot de energía pura que te hace ver la vida de otra manera. Nada que ver con el cafecito con leche que me tomo en casa. Para los romanos, el café es una religión, y un mal pedido puede ser considerado un sacrilegio.


Tráfico Romántico (pero Mortal)


Si pensabas que el tráfico de Buenos Aires era un quilombo, bienvenido a Roma, donde las reglas de tránsito parecen ser solo sugerencias. Acá los semáforos son decorativos y los scooters te rodean como mosquitos en el delta. Intentar cruzar la calle es un deporte extremo, pero dicen que el truco es caminar con determinación y fe ciega. Un día, un nono romano me vio dudar en una esquina y, con una sonrisa, me dijo: "¡No te preocupes, pibe! Acá hasta los peatones tenemos ángeles guardianes". Me animé a cruzar y descubrí que el nono tenía razón… más o menos.


La Dura Vida de Aprender Italiano


El italiano, ese idioma melódico y encantador, parece fácil hasta que te enfrentás a los múltiples usos de "ciao" y "prego". En una tienda, después de pagar, el cajero me dijo "prego" y yo, muy educado, respondí "gracias". Así estuvimos un rato, él diciendo "prego" y yo respondiendo "gracias", hasta que entendí que "prego" también puede significar "de nada", "adelante" o simplemente "lo que quieras". Un día intenté pedir una pizza con "tutto" (todo) y me miraron como si fuera un extraterrestre. Resulta que "tutto" puede significar cualquier cosa, así que mejor ir especificando los ingredientes uno por uno.


Arte y Cultura en Cada Rincón


No todo es caos y confusión; Roma es también una ciudad de una belleza abrumadora. Podés tropezar con una iglesia del siglo IV en tu camino al supermercado o descubrir una fuente barroca mientras buscás una farmacia. Los romanos parecen estar acostumbrados a esta sobrecarga artística. Una vez, me detuve a admirar un fresco de Caravaggio en una iglesia y el conserje, sin levantar la vista de su diario, me dijo: "Sí, es lindo, ¿no? Ahora corréte un cachito, que tengo que barrer".


El Ritmo de la Vida


En Roma, el tiempo tiene un ritmo diferente. Acá la puntualidad es un concepto flexible y las horas de las comidas son sagradas. La "pausa pranzo" (hora del almuerzo) puede durar dos horas, y nadie se queja. El domingo, la ciudad se ralentiza aún más, y podés ver familias enteras disfrutando de largas comidas en restaurantes al aire libre, mientras los chicos corren alrededor de las mesas. Es una ciudad que te invita a relajarte y disfrutar de los pequeños placeres de la vida, algo que a menudo olvidamos en el ritmo frenético de otras metrópolis.


Conclusión: Un Argentino en Roma


Ser un argentino en Roma es una experiencia llena de contrastes y sorpresas. Cada día es una oportunidad para aprender algo nuevo, desde cómo pedir un café correctamente hasta cómo cruzar la calle sin temer por tu vida. Roma te enseña a vivir con pasión y a disfrutar de los pequeños placeres de la vida. Así que, si alguna vez tienen la oportunidad de visitar la Ciudad Eterna, háganlo sin dudar y prepárense para una aventura inolvidable. ¡Arrivederci!

 
 
 

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